Lo de los presos catalanes

El Felón tiene el propósito de hacer algo que sería posible en Venezuela o Corea del Norte, pero que, hoy por hoy, en España es imposible. En Marruecos, Bélgica o Rusia deben observar, divertidos, los acontecimientos. En la UE el asombro se mezclará con la preocupación. ¿Cómo le van a soltar fondos a este?

En España, el asunto está claro. Fuera de los estómagos agradecidos y cuatro malasombras, nadie puede estar de acuerdo.

Se ha llegado a este punto porque el mini Rasputín le ha ido poniendo los espejos de forma que se vea guapo, y con ello y sin darse cuenta lo ha ido dirigiendo hasta ahí. Por fin comprende que está ante un barranco y que va a saltar. ¡Ja!

Por su parte, los presos se dan cuenta de todo, pero sobre todo se dan cuenta de que el ciclo ha cambiado y que no es probable que vuelva a haber un Felón en el gobierno. Lo de este servirá como vacuna a la sociedad, buena parte de la cual tiene pesadillas horribles por su culpa.

Los delincuentes, condenados por delitos graves, saben mejor que nadie que no tienen razón en ninguno de los puntos que defienden, pero han de aprovechar la ocasión.

El catalanismo no tiene ninguna base. Es una mentira desde el principio hasta el final. Baste recordar que Pompeyo Fabra unificó los distintos dialectos catalanes con fines políticos y no lingüísticos. Los catalanes decentes no deberían haberle seguido el juego a la vista de la mala intención inicial. Pues todo en el catalanismo es lo mismo. Mentiras, tergiversaciones, inventos. Como consecuencia de todo eso viene la ruina para Cataluña. Y ya no se puede parar, puesto que la locura que se ha inoculado a buena parte de los catalanes es incurable.

Los sinvergüenzas que están en la cárcel quieren salvarse ellos. Lo demás les importa un bledo. Como ocurre en el caso del Felón.