Ni un voto para quien nos odia, dicen
Lo dicen los sindicatos atribuyéndose indebidamente la representación de los trabajadores. Digo indebidamente porque quien paga manda y ellos no viven de las cuotas de los trabajadores, sino de las subvenciones, que se conceden de modo arbitrario.
Tras esto falta ver quiénes son los que odian a los trabajadores. Para averiguarlo, nada mejor que servirse de la Biblia, algunos de cuyos autores demostraron tener más conocimiento de la naturaleza humana que muchos psiquiatras de hoy. Esto es lo que dice sobre el particular: «Por sus hechos los conoceréis». Pues vamos a ver cuáles son las obras de unos y de otros:
Datos históricos del porcentaje de paro en España:
Quienes tienen por costumbre multiplicar el paro no tienen derecho a presumir de querer a los trabajadores, salvo que lo hagan por la vía del cinismo: quieren tanto a los pobres que procuran que haya muchos más. Lo mismo puede decirse de esos sindicatos que hacen publicidad a quienes les dan subvenciones, aunque con ello perjudiquen a los trabajadores.
Tampoco hay que olvidar a esos que piden el voto a los trabajadores, pero se gastan su dinero en Falcones, en comitivas de lujo, en parafernalia, en corromper a los medios también mediante subvenciones, en tener un número indecente de altos y de enchufados. Se gastan el dinero de los trabajadores y le piden el voto para seguir haciéndolo.
Por el otro lado, Ayuso ha incurrido en riesgos para que los trabajadores madrileños puedan defender sus medios de vida, puedan abrir sus negocios quienes los tienen y puedan trabajar los que lo hacen por cuenta ajena.
Ayuso defiende a los trabajadores, corriendo riesgos, y soportando insultos, amenazas y campañas infames promovidas por gentes no menos infames.
Quienes envilecen al personal promoviendo la delación y fomentando el sectarismo no pueden presentarse como benefactores de la humanidad.
Los que odian a los trabajadores traen el paro y quienes los aman ponen las condiciones para que disminuya.