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El mini Rasputín ante el barranco

Se le consideraba como un talentoso asesor quizá todavía continúe siendo así. Lo único que ha demostrado es que no tiene escrúpulos, los que le atribuyen talento deben graduarse la vista.

Otra cosa que, sin duda, sabe hacer es sujetarle los espejos a su jefe para que se vea guapo. En este sentido, últimamente ha dicho esto: «Yo me tiro a un barranco por Sánchez. Estaré con él hasta el final». Hay que tenerlo en cuenta para ver qué es lo que ocurre cuando gracias a su ayuda el Felón deje de ser el presidente. Porque con esa costumbre de ir sujetándole los espejos por donde pasa, para que siempre se vea el más guapo ha servido para encaminarlo hacia un callejón sin salida.

El Felón, ya lo sabe todo el mundo, es capaz de cualquier cosa con tal de ser presidente. Para ello se ha venido aliando con los peores, sin que ningún asesor se haya atrevido a explicarle las consecuencias de esa deriva.

Para que se entienda lo enfermizo que es el asunto, cabe recordar que Sabino Fernández Campo sí reconvenía a Juan Carlos I una y otra vez. O sea, un escalón, o varios, por encima. Juan Carlos I era el Rey y cumplía un papel histórico y prestaba unos servicios a España, merced a sus buenas relaciones con los mandatarios del mundo, que el Felón no puede ni soñar llevar a cabo. Por su parte, Sabino Fernández Campo tenía una inteligencia descomunal, no era un patán, ni un zascandil como este mini Rasputín.

Establecidas estas diferencias, queda claro que esos dos no van a encontrar la salida al laberinto en que se han metido. Aunque el mayordomo de Maduro, que es Zapatero haya acudido en su ayuda, la realidad es que ni España ni el PSOE pueden aceptar lo que pretende ese par de sinvergüenzas que se tiene por impune.

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