La derrota de Susana es la muerte del PSOE

No es que le atribuya a la sultana ninguna capacidad para ser la guardiana de las esencias del partido, sino que se trata de algo diferente.

El Felón, que pudre todo lo que toca, y empeorará también al nuevo líder andaluz, ha despojado de todo vestigio ideológico al PSOE, que ahora se rige por una sola idea: la permanencia de ese sujeto en el poder a costa de lo que sea. La cohesión de los socialistas se debe a la sistemática ocupación de las instituciones a lo largo de los años. Más de uno sofoca las nauseas que le produce su permanencia en el partido con la certeza de que si se sale perderá muchas de las ventajas y privilegios de las que goza. El caso de Leguina y Redondo Terreros es único.

Se da el caso de que es imposible que el PSOE gane unas elecciones mientras tenga al Felón entre sus filas, puesto que cada día suscita más rechazo. Para entender esto basta con fijarse en el modo en que ha explicado el episodio en el que ha caminado unos cuantos metros al lado de Biden, porque lo ha hecho convencido de que el personal cree lo que dice. Los que lo apoyan, lo hacen porque defienden sus sueldos, en el caso de los socialistas, otras cosas peores en el caso de sus aliados.

Loa socialistas andaluces han pensado que más vale pájaro en mano, lo que tienen, que ciento volando, que es nada, puesto que Susana no puede ofrecerles nada mejor. Es curioso, además, que si la sultana no puede ganar las elecciones en Andalucía no sea por su poquedad, sino por la del Felón.

O sea, que en Andalucía, cuna de Felipe González y Alfonso Guerra, artífices del PSOE renovado, los socialistas votan pensando en la buchaca.