321 000 delegados sindicales

Teniendo en cuenta que quien paga manda y que quien paga es el Estado, son demasiados delegados sindicales. Una carga más para los sufridos contribuyentes. La gente se adapta a las cosas sin meditar sobre ellas, sin preocuparse por si es justo o injusto, correcto o incorrecto.

Los sindicatos fueron desactivados desde el primer día por Felipe González, y este fue uno de los detalles que se les pasaron por alto a los ‘genios’ a los que encargó Adolfo Suárez la redacción de la Constitución. Pensaba que porque tenía mayoría numérica el control era suyo, sin embargo Peces-Barba dijo luego que el sesenta por ciento de la Constitución era suyo. Se la preparado de antemano con Jorge de Esteban, y había vetado la presencia de Tierno Galván, que era el mejor constitucionalista y podría haberse dado cuenta de por donde iban los tiros. Estuvo en los debates, pero al no ser uno de los redactores no puso el mismo interés.

Digamos que los UCD estaban allí, satisfechos de haberse conocido, pensando que participaban en algo grande y sin comprender que su papel era el de comparsas. Tampoco Peces-Barba había calculado las consecuencias de lo que estaba haciendo. Es como si estuviera haciendo unos planos para saquear un ministerio y resultara que sirve para no dejar nada en pie. Es que Sánchez, por sus especiales características, fuera del gobierno no es nadie, motivo por el que se aferra al cargo con todo. Como si tuviera ventosas por todo el cuerpo. Pero es que tampoco es él. Ahí está el partido apoyándolo en todo, sin que ninguno de sus integrantes comprenda que puede desaparecer. Ya lo ha hecho en otros países.

Y si los diputados socialistas aguantan, los sindicalistas más todavía. Esos sí que han encontrado una manera de vivir placentera y con muchas oportunidades. Cada cual las aprovecha como puede y los trabajadores que los financian, encantados de la vida. Muchos de ellos.