Carta del nuevo director de El País

Al igual que miles de personas, he recibido una carta del nuevo director del diario gubernamental, hoy más gubernamental que nunca. Puesto que se trata del sustituto de Pepa Bueno he optado por leerla. Mi impresión es que El País, bajo la dirección de este señor seguirá siendo un panfleto, solo que ahora el Felón ya no tiene mano directamente.

Quien esperara ver un escrito conciso, bien redactado, señalando brevemente las líneas maestras que regirán a partir de ahora, se habrá sentido desengañado. Este nuevo director no tiene ningún respeto por sus lectores, a los que considera de baja capacidad intelectual. La carta es larga,, farragosa llena de lugares comunes y carente del mínimo rigor. En este medio hay gente que no es de fiar, pero escribe muy bien. No es el caso de quien los va a dirigir.

Una de las burradas que dice es que en los años setenta del siglo pasado quien llevaba un periódico debajo del brazo se declaraba demócrata. Eso no es así. Durante el franquismo los quioscos podían vivir de la venta de periódicos. Abundaban y los había que salían por la tarde. Escribían en aquellos tiempos un tal Papell (mojado), plomizo como él solo y hoy en día componente destacado del Equipo de Opinión Sincronizada; también pululaban por ahí los Gabilondo, más eficaces que la adormidera, Muñoz Molina, Javier Marías, Javier Pradera… Los periodistas de entonces sabían aguzar el ingenio para sortear la censura, que en esos tiempos ya era bastante relajada. Lo único que importaba a Franco era cualquier cosa que pudiera ser una amenaza para su poder, lo cual estaba muy lejos de las posibilidades de los columnistas, que además tenían que procurar no enfadar al director, que aquellos sí que eran de armas tomar. Y es que además se vislumbraba ya la llegada de la democracia, no como ahora, que lo que se pretende es su muerte.