El Felón consagra a Ayuso

Felipe González dijo en su día: «quien me echa un pulso, lo pierde». Se entiende que se refería al poder que tenía entonces. El caso de Ayuso es diametralmente opuesto, se ha de enfrentar continuamente a gente que tiene más poder que ella, y no es que busque lío, sino que se lo buscan. Diría que el propio Felipe González le tiene antipatía por la simple razón de que forma parte del PP.

Ayuso no ha dicho que quien me echa un pulso, lo pierde, porque no es arrogante, sino que se limita a defenderse y lo suele hacer muy bien. Tanto que sus rivales muerden el polvo. Uno de ellos fue Casado, que ciego de envidio y ebrio de rencor se le lanzó a la yugular, creyendo que ella se amedrentaría, como lo solían hacer todos. Cayó, y el PP, que tiene miedo a ganar, lo sustituyó por Feijóo, cuando debería haberla elegido a ella.

Feijóo se rodea de tontos y hace una oposición blanda, y piensa que es serena y civilizada. El Felón se ríe de él. A quien realmente le tiene envidia y la ataca de todos los modos posibles y lanza a todos contra ella es a Ayuso. A estas alturas de la película ya todo el mundo debería saber que quien se enfrenta a ella acaba mal. Políticamente. Pero el tipo que preside el gobierno de España, para desgracia de los españoles, porque viene cayendo de pie cree que eso no va a pasar con él. Infeliz. Cae de pie porque a ninguno de sus impresentables socios le interesa que pierda el gobierno. No es que caiga de pie, es que cae en brazos de belarras, oteguis o rufianes. Lo recogen amorosamente y lo acicalan, para que se presente muy guapo ante el público.

Pero Ayuso le ha lanzado la gran pregunta: ¿cuántas muertes lleva en su conciencia, 120 000, 130 000? En lo que al virus chino se refiere.