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El Fiscal General en el juicio

  • Foto del escritor: Vicente Torres
    Vicente Torres
  • hace 3 horas
  • 2 Min. de lectura

Este señor se lo toma todo a guasa en el juicio, lo que prueba que se siente culpable. Si supiera que está absolutamente limpio actuaría de forma más sensata, más correcta. El hecho de que no se quite la toga viene a recordar que si se ve en esta situación es por obediencia. Cada vez que el Felipe González de turno (o sea, Pedro Sánchez) lo vea tendría que recordar que si está ahí es por su culpa, otra cosa es que lo recuerde. El Felipe González original acompañaba a sus compadres condenados hasta la puerta del presidio. Y se quedaba fuera.

El problema de Sánchez no es Álvaro García Ortiz, que le importa muy poco y si fuera condenado se olvidaría de él enseguida, sino que si sucede lo dicho se quedaría sin un peón muy valioso y a ver a quién le iba a pedir el encargo de que lo sustituya. Tiene otro peligro, además. Felipe González se quedaba fuera -luego Aznar, que no se entera, amnistió a los condenados-, sino que en cualquier momento también puede caer preso. Esa es la realidad de la que trata de escapar, pero lo persigue hasta en los sueños.

Es cierto que se ha perdido mucha educación en España. Por parte de la izquierda actual, la que aplaude con las orejas al Felón, a pesar de que todo el mundo sabe que no es de fiar, la ha perdido toda. Pero es que también la había perdido toda la que aplaudía de forma incondicional a Felipe González, aunque éste conseguía hacer creer que no. Entonces las cosas eran casi igual que ahora. Digo casi, porque aunque no estaban en la Ejecutiva, muchos socialistas eran honrados. Ahora muchos de esos, los madrileños, votan a Ayuso o piden el voto para ella. Felipe González disimulaba más su intención totalitaria y Pedro Sánchez la muestra.

Le deseo mucha suerte a Alberto González Amador.

 
 
 

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