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El peor alcalde de Valencia

Nótese que no he puesto el palito en la e, como querría el sinvergüenza, siempre presumiendo de bicicleta, continuamente queriéndose hacer notar, porque los vicios nunca vienen solos.

Se gastó un dineral en catalanizar los nombres de todas las calles de Valencia, todas las trapas de todas las aceras, todos los rótulos de todos los hospitales y Centros de Salud, etcétera. Pero el dineral gastado no salió de su bolsillo, sino de los impuestos de los ciudadanos. Se trata de cantidades que detrajeron de otras partidas necesarias, como Sanidad, Educación, Servicios Sociales… En los asuntos referidos al catalanismo se ponía de acuerdo fácilmente con Chimo Puig, otro que tal. El partido de Ribò es absolutamente nefasto. Se presenta como nacionalista valenciano, y si ya el nacionalismo es una estafa, aquí lo es por partida doble, porque en realidad es nacionalista catalán, aunque trate de disimular esta condición, y lo disimula mal, y aunque también les dispute votos a otros partidos catalanistas. En este partido, Compromís -otro nombre engañoso-, además de Ribò, hay gentes tan grotescas como Oltra, Baldoví, Morera, a las que no conviene darles la espalda.

El catalanismo es una enfermedad incurable que se alimenta del odio y el rencor. Es ese el motivo por el que celebra derrotas e incita a otros a hacer lo mismo, sin caer en la cuenta de que con esa actitud el desastre es inevitable. Lo demuestra el hecho de que cuando el catalanismo ha podido asomar la cabeza, y luego ha sacado todo el cuerpo, el declive de Cataluña ha comenzado de forma imparable. Eso ya no tiene remedio a corto plazo. Son muchos los estudiantes, bastantes de ellos ya con las carreras terminadas, que se han dejado inocular el virus nefasto y no es probable que se desprendan nunca de él. Dominados por el odio, pocas aportaciones podrán hacer al bien común.

 

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