Hablaré de la Comunidad Valenciana

Tengo motivos para hacerlo. El primero de ellos es de mucho peso: no me van a hacer ningún caso. El segundo es más importante todavía: lo que está en juego es mi dinero, mi patrimonio. Como el de todos los valencianos. Dicho esto, está bien claro que saldrá lo que ellos quieran, y son muy pocos esos que lo han de decidir.

Estoy ya en este renglón y todavía no he dicho cuál sería mi candidato. Pues Alberto Fabra. Es el único que ha accedido a la presidencia de la Generalidad y ha pretendido ahorrar dinero a los valencianos. La caja estaba vacía, es cierto. Había estado poco antes Paco Camps y la destroza era palpable. Hizo mucho daño, desaparecieron las empresas de finanzas valencianas, se gastó todo el dinero que había en la caja y los beneficios para los ciudadanos estaban por ver, aunque se cree que estábamos en la gloria. Es cierto que Chimo Puig fue peor, pero dejemos esto aquí.

Resulta que González Pons tiene mucha mano con Feijóo. Se le nota y además presume de ello. Tenemos cada pieza en la política que es para echar a correr. Alberto Fabra cerró la televisión para dedicar el dinero que cuesta a la sanidad y otras necesidades urgentes. El hecho de que apareciera con buenos propósitos no convenció a los valencianos que, hartos de las burradas de Camps, optaron por los catalanistas. Por ahí nos ha venido la debacle, que podría continuar si el PP se decanta por un candidato tonto, como es posible que haga. Un candidato que, como Mazón, no cierre nada de lo que está de sobra. El PSOE está muerto, dicho por otra parte. Alberto Fabra sería capaz de cerrar la televisión, todos los chiringuitos que pudiera, y los que no, como la nefasta AVL -gracias, Camps- tendrían que vivir con el mínimo, pero es que también podría pedirles a los académicos que dimitan, porque para lo que hacen ellos está el IEC.