Hipocresía institucional

Las hay que se toman la política como un juego en el que el desafío consiste en meterle el dedo en el ojo a Ayuso. Pero les viene saliendo mal, al menos por un lado, porque la presidenta de los madrileños cada día es más popular. Por otro lado, y puesto que me refiero a Mónica García, le sale bien, ya que la han hecho ministra.

Destaca algo en la función de la Conferencia de Presidentes y es que ninguno de los presidentes del PP secundó a la madrileña, sin duda para no cabrear a Feijóo, otro que le tiene envidia, aunque la disimula mejor que Casado. Pero con eso mismo, ella destaca más. Se percibe también el buen sentido que tiene al no salirse jamás de su papel institucional. Parece claro que si estuviera en el sitio que le corresponde, que es la presidencia del partido, el Felón ya no sería el presidente de España. Habría tenido que salir por pies, o estaría en la cárcel. Ambas posibilidades siguen vigentes y lo estarán hasta que haya un desenlace. Falta saber también dónde estarán Pumpido y toda esa tropa del Constitucional que lo obedece con los ojos cerrados.

Y luego queda la pregunta del millón, la que escuece a Feijóo, que no tiene categoría para dar el paso y dejarle campo libre a Ayuso, sino que le corta caminos, minimiza su protagonismo, la minusvalora, cuando es de todos sabido que la Autonomía madrileña es la que mejor funciona y la que mayor rendimiento saca de sus posibilidades. Ya quisiera yo tener a Ayuso en lugar de Mazón en estas tierras valencianas en las que la deuda es desmesurada, a causa de las subvenciones al catalanismo, y cuyo presidente ni siquiera ha sabido aprovechar la dana para eliminarlas todas, para cerrar la televisión, para eliminar gastos inútiles.

El PP es un partido inoperante y por eso el PSOE hace lo que quiere.