Lo de Vueling con los niños

Hay gente que se gasta enormes cantidades de dinero fomentando el antisemitismo. Alguna ganancia ha de haber en el asunto porque la propaganda no cesa. Quien se ha pillado los dedos últimamente ha sido Vueling, que ha actuado como si fuera Patinating.

Parecía una operación fácil. Unos adolescentes, unos monitores que casi lo eran también… Todo estaba hecho, y las excusas venían por sí solas. Ah, pero enseguida apareció un ministro francés, un ministro israelí, la sociedad Acom, periodistas prestigiosos… Se le ha complicado el negocio a Vueling, que va patinating con los comunicados con los que pretende justificarse. En vano. Todos los demás, periodistas, ministros…, han grabado a otros pasajeros del mismo vuelo que en sus declaraciones desmienten todo lo dicho por la singular compañía.

Se ha descubierto que Catar tiene el veintiséis por ciento de las acciones de Vueling y también que el capitán del avión que optó por llamar a la Guardia Civil es Iván Chirivella, el mismo que enseñó a pilotar a los terroristas del 11-S. Todos estos detalles van dejando las cosas bastante claras. Se entiende, además, que como van a poner una demanda a la compañía, merced a la que presumiblemente va a tener que pagar una buena indemnización, pero puesto que el dinero no es nada para este personal, de tanto como tiene, paralelamente se está explicando lo sucedido para que quienes van a comprar un billete de avión sepan con quién se juegan los cuartos.

Viajar con Vueling, evidentemente, es un riesgo. Es una compañía arbitraria, a la que le gusta actuar según su capricho, y solo alguien que tenga verdadera potencia económica puede, como ha sido el caso de los jóvenes judíos franceses, puede pararles los pies. Si estos niños no hubieran tenido el apoyo de dos naciones habrían quedado como unos gamberros, lo cual, afortunadamente para ellos, no va a suceder.