María Corina Machado, premio Nobel de la Paz

Tiempos gloriosos para la gente de paz, no para los que cantan a favor de la paz. Son cosas distintas. María Corina Machado ha sacrificado su vida para lograr la libertad de Venezuela. Está en su país, escondida de la crueldad de Maduro. Todos los venezolanos saben que ella es la única esperanza que tienen de recobrar la libertad.

A algunos los ha pillado con el pie cambiado. Hay uno, que es tonto del todo, que lo ha dicho públicamente, pero ahora veremos qué dicen los golfos de verdad, que en España hay muchos, pero citaré dos nombres nada más, Zapatero y Sánchez. En otros países del mundo también los hay que deben de estar maldiciendo a todos los astros. ¿Qué pasará ahora con los que tienen dinero y propiedades en Venezuela? ¿Qué pasará ahora con esos soldados que obedecen ciegamente a Maduro? Porque ahora ya saben que ese está condenado en todas las democracias del mundo. Ha quedado claro también, aunque ya lo había dejado ver el pájaro que manda aquí, que en España no tenemos democracia, sino algo que simula que lo es, pero ya no puede hacerlo. No sé cuándo se fugará ese tipo, o si esperará a que lo metan directamente en la cárcel.

Lo de la Academia premiando a María Corina Machado, que se hace acompañar, aunque sea virtualmente, por Edmundo González, cuyo sacrificio también es grande, ese uno de los mayores aciertos de toda su historia. Era evidente que esta mujer tenía que influir fuertemente en todo el mundo y este espaldarazo que se le ha dado escocerá también a los ayatolás de Irán, a Sheinbaum, a Petro, y a tantos que pululan por el mundo, repartiendo reveses, porque se sienten fuertes. Es un toque de atención al mundo extraordinariamente fuerte.

¡Viva María Corina Machado! ¡Venezuela será libre!