No puede enloquecer

Si hicieron ministro al homínido -es una manera de hablar, lo hizo el Felón- es porque tiene puntos en común con su antecesor, Ábalos, el de la voz de cazalla, aspecto chulo, insultante y despectivo. Por algún motivo que el presidente sabe y todo el mundo sospecha, hizo el cambio. La misión: insultar e incordiar al PP un día sí y al otro también.

Esta tarea la viene haciendo el homínido y se le nota que disfruta en ella. Por tanto, eso que ha dicho un medio de que enloquece no es cierto, porque siempre está enloquecido, es un poseso del insulto y de la provocación. Se ríe todo el mundo, salvo los sectarios, que están a lo que se les ordene. Claro que en esta ocasión se le ha juntado todo. Ha habido varios incendios y al inútil no se le ha ocurrido más que burlarse de Mañueco, olvidando que ninguno de los trenes, que son competencia suya, funciona.

El caso es que le ha dado por reírse y burlarse, como no podía ser de otra manera, porque es lo único que le sale bien. Cuando un tren descarrila o se queda varado en medio del campo, con el sol cayendo a plomo y los niños lloran desesperados y se agarran a sus madres y tienen mucha sed, al homínido también le da mucha risa por dentro, aunque se la aguanta y promete que lo resolverá, pero nadie sabe cuando. Su cabeza es un galimatías. No lo es lo de las gentes desplazadas por el fuego, con miedo de perder la vida, con miedo de perderlo todo, y el bárbaro riéndose y burlándose de todas las gentes del PP que ve por los alrededores. Es tan burro que él, un ministro que, por tanto, cobra su sueldo de los españoles, tiene bloqueados a la mitad de ellos. No le da tiempo para tanto, pero dispone de un equipo de funcionarios que lo hace por él.