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No quiere ser parte de Rusia

Es evidente que Ucrania no quiere ser parte de Rusia. Los ucranianos llevan tres años combatiendo con el agresor, poniendo sus vidas en riesgo y muchos de ellos entregándola por la patria y ahora llega un patán enriquecido a saber cómo que quiere pasar por encima de ellos.

Trump tiene sus ideas y puesto que tras ganar las elecciones se ha convertido en el presidente de la nación más poderosa del mundo pretende imponerlas por la fuerza. Eso es degradar la democracia. Estados Unidos es un país que solo conoce ese sistema de gobierno y es triste pensar que haya llegado al estado actual.

Lo que están haciendo los ucranianos, con Zelenski al frente, no merece más que elogios y admiración. El trato que se le dio al presidente de Ucrania en la Casa Blanca fue bochornoso y produce vergüenza ajena. Lech Walesa se lo explicó inmediatamente al patán con toda la claridad posible, pero no parece que éste se haya enterado, puesto que no ha mostrado signos de arrepentimiento ni se le ha visto avergonzado. Quiero suponer que sí es el caso de muchos estadounidenses.

Hay que recordar que Ucrania fue invadida por Rusia, de forma traicionera e ilegal, y Zelenski se vio obligar a relucir sus mejores virtudes, de las que va dejando prueba en cada momento, y sobre todo en la Casa Blanca, sin que ninguno de sus interlocutores lo supieran apreciar. Sí se han dado cuenta muchas otras personas, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. Es una situación desagradable y comprometida. ¿Pudo Trump engañar a los votantes o es que ellos deseaban ser engañados? Hay que tener en cuenta que nadie esperaba que su comportamiento fuera ese, de hecho el propio Zelenski acudió esperanzado a la cita, lejos de pensar que iba a una encerrona. Mantuvo la dignidad, al contrario que los otros dos, pero debió de sentir una decepción muy grande.

 

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