Sánchez contra Netanyahu

Hay que tener en cuenta que el valor de una persona es el que ésta da a su palabra y está fuera de duda que Sánchez no da ninguno a la suya. Está claro, pues, que cuando ha tildado de genocida al Estado de Israel lo ha hecho de boquilla y para quedar bien con los salvajes que le ayudan a seguir siendo el presidente del gobierno de España. No le preocupa que con ello pueda causar algún perjuicio a los españoles.

Otra cuestión que tampoco conviene olvidar es que en Israel rige la única democracia de la zona, que es un país muy adelantado en todos los órdenes de la vida, que se defiende de un entorno brutalmente hostil, sádico y salvaje, y que no puede dormirse en los laureles si quiere sobrevivir. Es una democracia desarrollada, rodeada de islam, de odio y crueldad.

Sánchez va a atacar a Israel en la conferencia internacional por la paz y también pretende llevar el caso a la Corte Internacional de Justicia. Mientras tanto, se hace eco de toda la palabrería insulsa de los desalmados que lo apoyan para que siga presidiendo el gobierno de España, lanzando propuestas tan fantasmagóricas como el refuerzo del diálogo entre Europa y el mundo árabe e islámico. Está loco, ha dicho: si la Unión Europea y la Liga Árabe trabajan conjuntamente con un liderazgo fuerte, seremos un motor como ninguno para resolver los problemas de la región. Lo bueno del caso, aparte de la bobería de la frase es que no es posible que nadie lo crea ya, por lo que todo lo dice únicamente para consumo interno, en donde hasta sus enemigos íntimos han salido en su apoyo, porque de ninguna manera les interesa que caiga.

O sea que el amigo de los terroristas, a los que hasta invita a la Moncloa, dice estar preocupado por los gazatíes. No dice nada de los israelíes asesinados y secuestrados.