Sánchez no dimite

Desde el momento en que prometió que no ocurriría estaba cantado que iba a haber un apagón. Es un hombre récord. Jamás había ocurrido algo semejante. Por otro lado, podíamos estar seguros de que a él no le iba a pasar nada. En cuento se ve en apuros, toma las de Villadiego. Tiene fama. Le llaman el galgo de Paiporta.

En cuanto se despierte, le echará la culpa a Ayuso, a la extrema derecha, a una conspiración internacional… A Otegui no le echará ninguna culpa. Lo considera un hombre de paz. Ahora lo que le interesa es que Franco fue un dictador, no como él, que es un demócrata que sabe encontrar el lado bueno de Puigdemont, de Rufián, de Junqueras, de Aitor el del tractor y tantos otros, a los que odia y lo odian, porque odia a todo el mundo, pero no tanto como a Ayuso, porque los necesita para hacer juegos malabares.

Estuvimos totalmente incomunicados, o eso parecía, porque ni Movistar ni Orange funcionaban, pero luego alguien dijo que Vodafone sí. En cualquier caso, Mojamed podría haber hecho una buena destroza, o Putin, o Jamenei, porque no había modo de recibir instrucciones para saber qué hacer, salvo esperar dentro de casa confiando en la suerte de que no cayera la bomba ahí. No sabíamos nada y cualquier cosa podía pasar y tras unas cuantas horas volvió la luz y todo seguía, aparentemente, igual que antes y el dinosaurio todavía estaba ahí.

Sería, o será una maldición con la que cargamos los españoles por nuestra poca fe, por lo que sea, por lo que no nos da por adorar al Inútil Supremo, esa Sanchidad que o se queda en casa cuando su lugar está en otro sitio, o echa a correr, protegido por los guardaespaldas, porque lo importante para él es salvar el pellejo, para poder contarlo luego.